Carolina Rovere
El
acontecimiento musical que fue
“Volaré”, o “Nel blu di pinto di blu”, canción que Domenico Modugno creaba en
el año 1958, no es menos reveladora que la genial película que Woody Allen nos
trae a la pantalla del cine, junto con sus últimas producciones, en donde
nos hace partícipes del gran placer de disfrutar de las cosas sencillas de la
vida que son en sí las más complejas: las fantasías. Sólo el talento de Woody
Allen puede plasmar de esta manera tan clara la realidad de los neuróticos, las
imposibilidades, las miserias, las fantasías y los síntomas. El cineasta
se da también el soberano lujo de actuar como “le piace” y utilizar los
escenarios de los lugares que más le gustan o por qué no, lo representan.
Casi
podemos afirmar que Woody Allen hace lo que quiere, disfruta de su trabajo y
comparte su saber hacer con un público, lo vuelca al lazo social en un trabajo
sublimatorio de alta gama. Este “hacer lo que se quiere” podría ser
también el punto de llegada de un análisis, el hacer lo que se quiere no es
hacer cualquier cosa, menos aún que no importe nada el Otro. El hacer lo que se
quiere es nada más ni nada menos que poder ser fiel al deseo, o curarse de la
neurosis que se ocupa a través de la ferocidad superyoica de establecer caminos
en sentido contrario al deseo tornándose imposible en la obsesión, o que
sumergen al sujeto en el goce de la insatisfacción como bien nos muestra la
histeria no arribando nunca al puerto deseado.
Si
hay algo que Woody Allen no tiene es ingenuidad y por supuesto todo
lo que elige para sus películas está pensado en su más mínimo detalle.
Desde el título “A Roma con amor”, concepto que recorre a la película bajo el sueño neurótico de la
realización de la relación sexual, o más bien del encuentro logrado con la
falta. Como también, la canción “Volaré” que hace de
marco de este film fue seleccionada seguramente entre
otras por su letra. La canción nos muestra el sueño del neurótico bajo la
fórmula freudiana de la realización del deseo tal cual nos enseña en La interpretación de
los sueños el
mismo Freud.
El
valor de volar en la película, está estrictamente asociado a la
lógica de la realización de las fantasías de las neurosis, que por momentos
se muestran en el paroxismo de la ridiculez.
¿Qué
otro valor le podemos dar al volar? “poi d’improvviso venivo dal vento
rapito e incominciavo a volare nel cielo infinito…Volare… oh,
oh!…cantare… oh, oh, oh, oh! nel blu, dipinto di blu, felice di stare lassù”.
Se habla mucho del cielo infinito, pero el cielo y las estrellas tienen más
bien un estatuto de ilimitado, ya que lo infinito puede bien consentir a un
límite y el cielo no tiene límite. El volar es un modo de manifestación de los
efectos de lo ilimitado, o el goce femenino. En el post análisis el
volar entonces ya no estaría en la cuenta del sueño neurótico del encuentro con
la falta, sino más bien de la experiencia corporal del goce
femenino. Como nos enseña Lacan, del goce femenino no se puede decir, se
siente en el cuerpo y es una experiencia de lo ilimitado que articulado
al propio sinthome hace posible anudar al sujeto en su existencia como
ser sexuado.
Me resulta muy interesante cuando un hombre produce a partir de la noción de goce femenino. Hacer de eso un modo de decir algo de la imposibilidad de un real que se manifiesta sin limites,bordear una imposibilidad a traves de una pelicula "alta gama" como son las creaciones de W.A. (Chico Buarque inclusive, con su musica durante gran parte de su carrera, y quizas existan otros grandes, que ahora no recuerdo). Gracias Carolina Rovere por su inspiracion inspiradora! Saludos
ResponderEliminarGracias por tu comentario josefina Elías!!!!
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