domingo, 22 de enero de 2012

LA DOBLE FEMINIZACIÓN DEL HOMBRE ENAMORADO



Carolina Rovere

Este escrito  es una contribución a la dimensión del amor en los hombres.
El goce femenino también les concierne a ellos, así que voy a desarrollar algunas ideas respecto del amor y los hombres o más bien, de qué les pasa a los hombres  cuando aman. Antes que nada me parece muy importante hacer una distinción fundamental entre  la FEMINIZACIÓN  en el hombre y un hombre  AFEMINADO.  Lo afeminado tiene que ver con semblantes femeninos que toman algunos hombres, siendo mayormente indicadores de ciertas identificaciones con la madre en una posición femenina, homosexual;  a la feminización le voy a dar un valor exquisito en el hombre como el recurso  necesario  en la hora del amor.
foto occhi di menta 
Vayamos entonces a la primera feminización, Miller nos decía que cuando un hombre ama se feminiza, porque cuando un hombre le dice a una mujer “me hacés falta”  hace consistir su propia falta, terreno de lo femenino. Cito: “Sólo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina. Amar feminiza”[1].
La dimensión del enamoramiento en el hombre no es fácilmente tolerada por él, quien al quedar a merced de su falta monta  defensas protectoras. Es molesto para el hombre admitir que le falta algo porque lo remite directamente a la castración,  afrenta temida y angustiante.
Entonces un hombre que ama se feminiza en este sentido si admite su falta. Esta primera feminización que requiere hacer para amar, corresponde ubicarla en el terreno  del Todo fálico si nos servimos de los matemas de la sexuación de Lacan.
La segunda y muy importante, es la específica del goce femenino que ubicamos en el territorio No-todo fálico. ¿Qué podemos decir del goce femenino en los hombres?
El goce femenino es una experiencia en el cuerpo más allá de la localización fálica, cuando el hombre puede reconocer que una mujer lo conmueve en lo más profundo de su ser, cuando un hombre queda raptado por una mujer  está  experimentando, además de su goce fálico o viril, el goce femenino. Esta feminización en el hombre que tiene que ver con lo ilimitado no lo torna, para nada, amanerado.  Le da una sensibilidad especial para captar elementos, detalles, que hacen a lo femenino  y que tal vez al hombre más viril se le escapa  por estar sólo atento a su falo. O sea que esta segunda feminización requiere ir más allá del falo.
El problema que se les plantea a los hombres es que no les resulta nada sencillo  experimentar la feminización amorosa, y no es seguro que ocurra, menos aún esta doble. Ya que puede suceder que un hombre experimente la feminización del lado Todo y no la del goce femenino. 
Lêda Guimarães dice: “los hombres, cuando son flechados por el amor, prefieren mantenerlo a distancia por el riesgo de que una desestabilización irremediable pueda ocurrir”[2] y agrega que la cobardía moral en los hombres es lo que les impide acceder a la mujer del deseo, es por eso que el hombre  monta  toda suerte de murallas protectoras para no querer saber nada de su deseo, una mujer es peligrosa: “Menina veneno”,  porque  feminiza. Así muchos hombres  se pasan  todo el tiempo pensando cómo hacer para no caer allí en donde no se sabe si ya no son lo que son.
A  las mujeres, en cambio,  les es más sencillo porque lo ilimitado es parte de su propio cuerpo, y la pregnancia fálica no es tan intensa. Esto no quiere decir que no les traiga complicaciones. Porque este abandono a lo ilimitado del goce femenino  puede desembocar en la devastación, terreno que conlleva un intenso sufrimiento y al que las mujeres  son proclives.
El valor de esta doble feminización que planteo necesaria en el hombre enamorado, de ninguna manera le resta, todo lo contrario, le suma un encanto especial. Así el hombre  que ama y que esté dispuesto  a  abandonarse al amor debe sortear una doble barrera de defensa. Si esta condición masculina, es lograda y además  bien recibida por una mujer que valore los efectos de este goce femenino en su hombre,  puede entonces darse el lugar propicio para la ocurrencia de un Acontecimiento amoroso más que interesante.







[1] Jacques Alain Miller,  "Amamos a aquel que responde a nuestra pregunta: ¿Quién soy yo?". Entrevista realizada por H. Waar,   en “El Psicoanálisis Lacaniano en España” El blog de la escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP). París, 17 de octubre de 2008.
[2] Lêda Guimarães, conversaciones por Facebook
FOTO: http://www.bsw-art.com/anke-merzbach-untitled-am-75