domingo, 9 de diciembre de 2018

LA HISTERIA, DE FREUD A LACAN

Carolina Rovere

1.    ¿Qué es la histeria?

En los tiempos del medioevo las histéricas eran consideradas endemoniadas, este modo de concebirlas respondía a los cánones religiosos de la época. Luego fueron estigmatizadas como  simuladoras, pero fue recién a fines del 1800 cuando Jean Martin Charcot  le otorgó dignidad, a partir de su enseñanza clínica en la Salpêtrière de Paris.  Por eso podemos decir que es el padre de la histeria. 

El encuentro de Freud con Charcot fue un verdadero acontecimiento. Decimos que hay acontecimiento cuando ocurre algo inesperado que marca un antes y un después en nuestras vidas. Quiero subrayar el carácter de novedad del acontecimiento porque es algo que no está de ninguna manera concebido por el sujeto hasta el instante de su ocurrencia. Esto le sucedió a Freud cuando yendo en busca de conocimientos neurológicos por una beca a Paris, se encontró con lo que cambia su vida para siempre: la histeria.  
Charcot, un verdadero clínico en neurología, terminó su vida interesado por este hallazgo y le pide a Freud que investigue sobre la diferencia entre  las parálisis orgánicas y las histéricas. Freud se dedicó a este aspecto clínico pero Charcot moría antes de su publicación. Por eso quiso escribir en francés, a modo de homenaje, ese texto tan claro y minucioso sobre las diferencias clínicas en la histeria y las parálisis neuromotoras. 
También nos cuenta en la nota necrológica que  escribe poco tiempo después de su fallecimiento, que la sala de conferencias estaba adornada con un cuadro que mostraba a Philippe Pinel soltando a los locos de las cadenas. Imaginemos la escena: Charcot  explicando sobre la base psíquica de la histeria, produciendo un giro radical para el conocimiento, teniendo como fondo la imagen de  Pinel en el acto de cortar las cadenas a los locos, y así darles un trato digno. Freud no se cansa de elogiar tanto su sabiduría como su audacia. Le dice en una carta a su futura esposa: “No sé si esta semilla dará fruto, pero sí puedo afirmar que ningún otro ser humano había causado jamás tan gran efecto sobre mí” (Freud, 1893) 

Pero así como decimos que Charcot es el padre de la histeria, también decimos que Freud es el padre del Psicoanálisis. En “Estudios sobre la Histeria” (1895) junto a Breuer toma la posta de Charcot, para  abrir un camino inédito: La histérica sufre de representaciones inconciliables de tinte sexual. Sexualidad e histeria se atan para siempre. 
El trauma es fundante de la estructura y lo traumático tiene en general, un efecto de perplejidad. Freud descubre que la huella del trauma deja una marca que puede resignificarse en un tiempo posterior o sea: retroactivamente. En general es en la adolescencia cuando se lee lo acontecido de otro modo. Esto es posible  a partir de la nueva configuración del cuerpo efecto de la pubertad. 

El caso princeps de Freud es Dora. ¿Qué particularidad presenta la histeria según Freud?  No es casual que venimos  hablando del padre, porque en la histeria nos encontramos con un amor intenso y reprimido a él. Freud lo pone claramente en evidencia en el caso Dora.  Otro elemento que ordena esta estructura es el deseo formulado como insatisfecho, algo que nos explica detenidamente en el sueño de la Bella Carnicera, en el que se evidencia un elogio a la insatisfacción

Hoy es difícil leer a Freud sin Lacan, quien pudo pescar con claridad la importancia de lo que hace al fundamento de la histeria: una pregunta. ¿qué es ser una mujer? ¿cómo goza una mujer? Y agrega Lacan que esta es la pregunta de la histeria porque lo femenino es un enigma,  ¿qué sería gozar de un vacío?  Además, es inconciente. Esto quiere decir que la podemos rastrear en sus formaciones: sueños, síntomas, actos fallidos, lapsus, identificaciones. 

En una conferencia del año 1977 en Bruselas Lacan decía lo siguiente: “Un síntoma histérico es algo muy curioso. Se soluciona a partir del momento en que la persona, que verdaderamente no sabe lo que dice, comienza a balbucear” Entonces partimos del hecho de que se trata de hacer hablar al síntoma, o al menos empezar por balbucear.  Pero por otra parte es fundamental que haya un analista que escuche: el síntoma empieza a hablar, el analista escucha. Y acá se dividen las aguas con las terapias comportamentales; porque para estas terapias el síntoma no es efecto del inconciente,  sino que es un comportamiento patológico que puede reeducarse a partir de tareas. 

Como recién decíamos, la pregunta sobre el goce femenino es fundamental en la histeria, y es así como tenemos también la encarnación de este saber, que “nadie” sabe, en una Mujer que sí entiende perfectamente qué es ser mujer. Invento genial que construye la histérica para sostener  la existencia de LA mujer completa, una manera de hacer consistir un referente para lo femenino.  



2.    Recorrido de un análisis

En su último testimonio[ii]Débora Rabinovich nos cuenta una intervención del analista mientras la despedía : “Lacan decía que la histeria no se cura nunca”. Ella  nos dice que curarla no, pero sí hacerla  mucho más vivible. 
¿Qué sería hacer más vivible la histeria? 

Veamos dos momentos en el análisis. El primero está en consonancia con su escena traumática a los cinco años. Suena el teléfono, la madre le pide que atienda, contesta y una mujer le dice: “Hola Débora, soy la novia de tu papá”. Luego, la madre le pregunta quien era y ella contesta: “no sé, nadie”. Podríamos decir que esta escena funda la histeria (infantil): hay Otra mujer, esa que causa el deseo del padre. 

El otro momento está señalado por el sueño de la conclusión de su análisis: 
“En la sala de espera del analista solo somos dos personas. Una mujer y yo. La conozco. Representa para mí esa Otra mujer desencadenante de la separación con mi marido. Es morena, alta, extranjera, y con un italiano perfecto. Sobre la mesa, en el lugar donde siempre está el florero con un lindo ramo de flores, hay un teléfono. Ella me pregunta, en francés, mientras lo señala, cómo se llama esa parte del teléfono. Miro, pienso y digo no sé.  Y no lo sé en ningún idioma. Me despierto muy tranquila. ¡Ni ella, ni yo, y en ningún idioma!” (Lacaniana 20, p. 49)

Aparece el teléfono pero no como el objeto contingente por el cual se fijó la dimensión traumática, sino como el elemento  que permite ubicar lo femenino en tanto contingente. El sueño nos demuestra que no hay nombre para lo femenino, que tampoco hay LA mujer que sabe sobre lo femenino,  que solo hay Una mujer y Una mujer  porque nadie sabe qué es ser mujer. 

Tal vez podamos decir que hacer la histeria más vivible sería algo así como reconocer que nadie sabe qué es ser mujer y que cada Una inventa, hace algo, a su manera, con el enigma de lo femenino. 



BIBLIOGRAFÍA

Freud, S. “Charcot” (1893), Buenos Aires, Amorrortu, 1992.
Freud, S. “Algunas consideraciones en miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas” (1893), en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1992. 
Freud, S. (1905). “Fragmento de análisis de un acaso de histeria”, en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1992. 
Lacan, J. (1951) “Intervención en la transferencia”, en Escritos 1, Buenos Aires, 1988.
Lacan, J (1977) Consideraciones sobre la histeria, conferencia de Bruselas. 
Rabinovich, D. (2016), “Teléfono”, en Revista Lacaniana Nº 20, Buenos Aires, Escuela de la Orientación Lacaniana, 2016. 





[i]Adaptación de la Conferencia dictada en la Facultad de Psicología - UCES Rafaela,  el 1 de diciembre de 2018. 
[ii]Débora Rabinovich fue AE (analista de la Escuela ) de la AMP (Asociación Mundial del psicoanálisis) durante el período 2013-2017. Esta nominación se obtiene a partir de pasar por el dispositivo del pase que inventó Lacan por el cual un sujeto, que considere haber finalizado su análisis, decide testimoniar por su recorrido a los fines de la transmisión a la comunidad analítica, tomándose a sí mismo como caso clínico.  

martes, 25 de agosto de 2015

“Cuídese mucho” El arte como respuesta a lo imposible de soportar

Carolina Rovere

¿Qué es lo imposible de soportar? Podemos decir que es una situación vinculada a lo traumático, que produce un quiebre en nuestras vidas, algo que irrumpe inesperadamente y cambia el curso de los hechos cotidianos. ¿Y qué se hace con eso?  Las respuestas pueden ser variadas: deprimirse, salir corriendo, buscar tóxicos, refugiarse en otros, pintar un cuadro, tirarse por la ventana, entre otras, pero también ir a ver un analista.

Sophie Calle ha recibido una carta en donde un hombre la deja. Ella no entiende el sentido, no  la puede interpretar, entonces busca a una amiga para que le dé una respuesta a eso que no alcanza a comprender. Es así como a partir de esta idea le surge realizar una obra, porque bien lo podemos llamar así: una obra de arte, que consiste en pedir a ciento siete mujeres cuyos  trabajos se relacionan con la interpretación: filósofas, actrices, sociólogas, psicólogas, escritoras, entre otras que habitan el mundo artístico, a decir algo sobre la carta[1]. Buscaba un sentido para aquello que se le aparecía como un sinsentido y la había dejado en la perplejidad.
Muchas lecturas se han hecho de esta carta, cada una con su estilo. Desde Victoria Abril que le contesta desde la cama y le dice a través de una filmación: “espero que se te haya roto el amor de tanto usarlo” hasta una lora que se come la carta y una tiradora que la agujerea con balas. También opinan su madre: “comparto tu desilusión pero no sobredramaticemos”, y  la autora de Una semana de vacaciones, Chirstine Angot: ”Si Sophie lo hubiera amado tanto como decía no hubiera convocado a un escuadrón de mujeres para que la ayuden a superarlo”[2]. Como vemos son variados los tonos y las voces de quienes opinan.  

Pero quiero decir también algo de él, un hombre que tiene muchas mujeres y ella que le dice: “no quiero ser la cuarta”, no quiero estar en serie con otras. Él es un típico Don Juan  que “necesita” de varias mujeres porque no puede elegir Una. Como nos enseña Lacan, el mito de Don Juan es femenino, consiste en el fantasma de creer que un hombre que colecciona mujeres vive en un paraíso, esto es una gran equivocación. No obstante esta creencia despierta el odio más descarnado en las mujeres que al darse cuenta que no son exclusivas para estos hombres les desean el peor de los males.
¿Acaso piensan que este hombre no vivía un calvario? Veamos que le dice:

Creía que eso sería bastante, creía que el quererla yo y el quererme usted bastaría para que la angustia que me empuja siempre a buscar en otros lugares y me impide por siempre jamás estar tranquilo y ser simplemente  feliz y “generoso” se calmase con su presencia y con la certeza de que el amor que me aportaba era lo más beneficioso para mí…. Pero no. Me siento aún peor. No puedo ni decirle en qué estado me encuentro”
Me hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo. Cuídese mucho.”

Y así termina. No quería que fuera así pero no puedo evitarlo: quiero pero no puedo, entonces sufro. La miseria neurótica en palabras de Freud.

Del lado de la artista, una vida variada y movida. Sabemos por propios testimonios que comienza su vida artística sin quererlo, en un momento en donde no se reconoce, ni reconoce su ciudad, es decir está desorientada. Es así como empieza a seguir a hombres en la calle, a quienes invita a dormir por ocho horas en su cama, sin importarle quienes eran. De esta experiencia surgen fotos y una muestra de arte: Seguir al hombre, ¿será una orientación por el falo allí donde no había nada que la oriente?
Pero como vemos, puede enamorarse y en ese instante y en  otros también, por qué no, encontramos algo que es típico en las mujeres: ser única.  Hasta en esa experiencia con los hombres de la calle en donde pareciera  que no le interesa nada ni nadie, ella busca ser única para cada hombre, porque decía que  tenía algo que las propias mujeres de esos hombres no tenían, mirarlos por ocho horas cómo dormían. También logra esto con el novio que la deja porque en la carta le escribe: “por siempre, algo único”.


El arte como respuesta frente a lo imposible es una interesante manera para el cuídese mucho al no quedar atrapada en una mortificación que acarrea un desasosiego infinito. Es así como se puede  transformar lo trágico en otra cosa, en algo radicalmente Otro.
Un análisis es un poco esto,  con la diferencia que el saldo artístico suele ser más bien  privado, ya que no todos hemos sido tocados por un talento  como el de Sophie. De todos modos ese saldo de arte, de creatividad que surge de la transformación de lo imposible de soportar, también se expone, se transmite en el modo de vivir con los otros.  


Quiero hablar de un paso más: del pasaje de lo imposible de soportar a asumir lo imposible de escribir, o como dice Lacan la no relación sexual.  Subjetivar lo imposible es una de las experiencias más importantes de un análisis, es el momento en que se puede reconocer con seguridad que “no hay”,  pero para nadie. Estamos en un terreno femenino, en donde la dimensión del vacío se presenta con toda su fuerza y aparece ahí  la chance para que la contingencia irrumpa en una Nueva escritura sinthomática.




[1] Obra exhibida en el Centro Cultural Néstor Kirchner desde el 26 de may al 23 de agosto de 2015.
[2] Patricia Kolesnicov, “Cuídese mucho”: el arte no cura el dolor de amor,  Revista Ñ, 27 de mayo de 2015.

sábado, 4 de enero de 2014

LA BELLEZA EN LA ESTÉTICA FEMENINA


Carolina Rovere

Este escrito es una contribución para pensar la dimensión que puede adquirir el cuerpo al fin de un análisis. Elegí  tomar la perspectiva de la belleza femenina como un saldo de esa experiencia, entendiendo que la dimensión estética en Una mujer consiste en su modo singular de saber hacer con el goce femenino.


1.      Lo femenino

Foto Occhi di Menta
Lo femenino no son las mujeres, tampoco es el feminismo, sino que es un lugar. Este lugar se puede nombrar a partir de tres elementos fundamentales: el vacío, lo ilimitado y la ausencia de referente. El vacío no es la falta que bordea lo simbólico, es por definición ilimitado  y aquello que no tiene límite, como los conjuntos abiertos matemáticos, no tiene referente preciso. Por el contrario, los conjuntos cerrados sí están cercados por un límite que hace al lugar de la excepción: “Existe”
Lo femenino  es un campo al que las mujeres nos vemos especialmente convocadas desde nuestra anatomía.  Si acordamos con Freud, podemos decir que “hay consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica”: a las mujeres nos habita un  vacío. El problema es la dificultad que se suscita para saber manejarse en un territorio sin medida. Es más fácil moverse en un sitio acotado, medido, y simbolizado que “soltarse en los conjuntos abiertos de los  cielos ilimitados”[1]
Desde la perspectiva del goce que nos atañe como sujetos sexuados, y que Lacan propone en los Matemas de la sexuación,  podemos hacer la distinción entre goce fálico: aquel que es claramente representado por el hombre y que se caracteriza por la medida, el límite y lo simbolizable; y goce femenino, ese que Lacan dice como suplementario al fálico. Goce Otro, que también llama en el Seminario 19 gozoausencia,  lugar  que no tiene representación ni límite alguno.

2.      El doble desconocimiento en la Histérica

Sabemos que la Histérica desconoce  qué es Una mujer, y que esta pregunta organiza su estructuración subjetiva. ¿Por qué? Mientras el lugar femenino es el No-todo, la Histérica se sitúa en un terreno Todo fálico, masculino.
¿Por qué la histérica no es femenina? Lacan lo responde en …o peor porque hay un “contrasentido radical”, podemos continuar, y ¿Cuál es? El sentido contrario al No-todo. Ese es el lugar al que puede acceder Una mujer cuando ya sabe hacer con el goce femenino. La histérica quiere llenar ese vacío propio de lo femenino con demandas, objetos, caprichos,  busca saciarse pero el resultado es siempre el mismo: insatisfacción.
Lacan también nos habla de otro desconocimiento, nos dice: “el desconocimiento del hombre…constituye la definición de la histérica”[2]. Ella necesita ubicar al hombre en el lugar de la excepción, entonces le da un estatuto de omnipotencia y dice: “no hay otro igual, él es el mejor”, para luego barrarlo, hacerlo impotente ante la mínima falla, y así concluir: “todos los hombres son iguales”.
Lo que la histérica desconoce en los hombres es su castración, ya que le pide cosas imposibles. Un hombre no puede colmar totalmente a la mujer, porque la mujer es No –toda. Barrar al hombre no es sinónimo de admitir su castración, todo lo contrario. Barrar al hombre es denigrarlo, ridiculizarlo en tanto pesaba sobre él una exigencia de pura potencia. Admitir la castración es poder reconocer en el hombre el límite que lo constituye, ser dócil a su  fantasma que difiere tantísimo de ser obediente. La docilidad al hombre es efecto del deseo, la obediencia es sucedánea del superyó.
3.      La belleza al fin
Un análisis puede propiciar una estética singular en Una mujer. A esto llamo belleza femenina. ¿Cuándo Una mujer es bella? Cuando puede inventar con ese vacío que la habita su propio estilo de ser mujer y gozar allí. Para eso es necesario dar un valor preciado al goce femenino que surge de ese vacío, saber hacer con eso. La posibilidad que tiene Una mujer de lucir su belleza femenina no depende de la cara bonita, ni de su cuerpo, ni de la edad que tenga: es imprescindible soltarse de los cánones anatómicos para pasar a otra cosa.
Una mujer bella es quien puede enlazar el goce femenino con el fálico en un movimiento constante y distinto,  cada situación de la vida requiere diferentes modos de hacer. A veces se puede estar más suelta, otras no tanto. Si una mujer se suelta totalmente a lo ilimitado cae en el horror desenfrenado, es mortí-fiera[3]; si se restringe demasiado y rechaza el sin límite se torna rígida y masculina.
Las telas que visten el cuerpo de Una mujer bien pueden utilizarse como una metáfora exquisita para decir del entramado entre el goce femenino y el fálico. El tul, el encaje y la red son telas que intercalan hilos y agujero, el calado de la trama hace a la distinción y a la singularidad de ese tejido, pero la belleza está sugerida en el modo en que el hilo, el límite  tensa ese espacio que es ilimitado, si la trama es muy cerrada se ve rígida, fea, si es puro agujero tampoco luce. Un análisis nos da ese recurso,  la experiencia en que cada Una puede hacer de su cuerpo una singular tela femenina: un modo de decir de la estética del goce femenino al fin de un análisis.








[1] Carolina Rovere- Sergio Zabalza “Cuando una preciosa se hace bella” en La palabra que falta es Una mujer”, Buenos Aires, Letra Viva, 2013; P. 24
[2] Jacques Lacan, “Lo que incumbe al Otro” en Seminario19..o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012: P. 119.
[3] Carolina Rovere, Caras del goce femenino ( 2° Edición) , Buenos Aires, Letra Viva, 2013; P. 116. 

sábado, 25 de mayo de 2013

ANGELINA E CIO’ CHE DERIVA DA UN ENIGMA

Publicado a continuación en español 


Carolina Rovere

Traduzione Francesca Carmignani

La preziosa Angelina Jolie ha preso, in questi giorni una decisione radicale che ha portato ad un intervento chirurgico di fondamentale importanza per una donna: la rimozione delle sue mammelle, come prevenzione del cancro. Sergio Zabalza  fa un percorso interessante e analizza questo fatto ponendosi la seguente domanda: è la prevenzione o la privazione [1]?
È chiaro che questo intervento è stato eseguito negli Stati Uniti che non sono un paese qualsiasi, ma, anche uno dei migliori esempi riguardanti i progressi della medicina. Purtroppo quello che spesso non viene preso in considerazione, è ciò che è più importante al momento di prendere una simile decisione: la condizione soggettiva. Questi paesi sono governati solo dai calcoli delle probabilità statistiche in relazione alla salute. 80 e rotte per cento di probabilità di avere il cancro è una ragione sufficiente per decidere.
E le ragioni soggettive chi le ascolta?
Chi ascolta questa bella donna a cui viene in mente di farsi una così grande amputazione? Siamo tentati di credere che grazie ai progressi della chirurgia plastica, per scopi cosmetici non si noterà perché sicuramente saranno rimpiazzati dalle migliori protesi. Niente di tutto questo è rilevante quando si considerano le conseguenze dell'impatto di quest’atto sulla soggettività. Ciò che è importante, nel campo della soggettività femminile, sono le implicazioni che ha il togliersi organi essenziali nell’architettura di una donna, nella sua dimensione sessuale, sensuale e materna. Conseguenze che hanno un impatto anche sulla coppia che sceglie, se lo chiediamo ad Andrés Calamaro che di fronte alla donna dei suoi desideri invece si aggiudica il posto di "comandante della tua parte davanti". Ad Angelina qualcuno ha domandato che posto aveva il suo uomo in questa decisione?

Non crediamo che questa estirpazione sia è l'unica risposta saggia quando si parla di prevenzione, noi suggeriamo è che questo sia il peggior modo per rimuovere un enigma, qualcosa che può o non può accadere, e che richiederebbe un attento e rigoroso controllo. Da questo punto di vista, con l'ablazione, ciò che viene estratto attraverso questi preziosi organi è un problema difficile.
Proviamo ad aggiungere un contributo supplementare alla discussione: Angelina è stata posta di fronte a un enigma, un vuoto, qualcosa che non aveva risposte: avere il cancro o no. Perché non vi è alcuna prova precisa che questo si realizzi. Dato che il vuoto e l’enigma sono specificamente del femminile, Una donna si distingue come donna, come donna è impreziosita, quando evidenzia un saperci fare con questo vuoto che la abita, con l'enigmatico e il senza limite che la caratterizza. Ciò richiede buon modo tollerare l'assenza di simbolizzazione che questo saper fare comporta: la mancanza di un riferimento chiaro, una risposta univoca, la precisione in alcune circostanze.
In Caras del goce femenino (Volti del godimento femminile) [2] propongo che l'incontro con il godimento illimitato o femminile avvenga già da quando la donna è una bambina. Ma, non sempre si sa cosa fare con questo. Proprio come il saper fare da bella, Una bella donna, il non sapere la mortifica portando a degli estremi pazzeschi. Quindi esistono più risposte difensive: da quelle che implicano l’abbandonarsi all’illimitato e arrendersi follemente agli eccessi, a quelle che implicano anche l’eccessivo rifiuto, assoluto rispetto a ciò che viene presentato come enigmatico. Il risultato in questi casi è la mortificazione a cui si espongono, in modi diversi, molte donne che la fama è riuscita a elevare. Nessuna ricetta, non esiste una risposta unica, il segreto è forse ascoltare meglio il proprio corpo, sentirlo, con-sentirgli e inventare laddove abita il niente stesso, il proprio stile di essere Una donna.

[1] Sergio Zabalza, " La muy discutible decisión de Angelina " in http://www.clarin.com/tema/angelina_jolie.html

[2] Carolina Rovere, Caras del goce femenino, Buenos Aires, Letra Viva, prima edizione, 2011.



miércoles, 22 de mayo de 2013

ANGELINA Y LO QUE RESULTA DE UN ENIGMA



Carolina Rovere

La preciosa Angelina Jolie, ha tomado, en estos días una decisión radical que la llevó a un acto quirúrgico de trascendencia fundamental para una mujer: la extirpación de sus mamas como prevención del cáncer. Sergio Zabalza hace un interesante recorrido y analiza  este hecho haciéndose la siguiente pregunta: ¿es prevención o privación?[1]
Claro está que esta cirugía se realizó en los Estados Unidos que no es cualquier país sino uno de los máximos exponentes respecto a los  avances en medicina. Lamentablemente lo que muchas veces no se tiene en cuenta es lo más importante a la hora de tomar tamaña decisión: la condición subjetiva. En estos países que sólo se rigen por cálculos de probabilidades estadísticas en relación a la salud, un 80 y pico por ciento de posibilidades de tener cáncer es razón más que suficiente a la hora de decidir.
¿Y las razones subjetivas quién las escucha?
¿Quien escucha a esta preciosa mujer que se le ocurre realizarse tamaña amputación? No nos veamos tentados en creer que gracias a los avances de la cirugía plástica, a los fines estéticos no se notará porque seguramente serán reemplazados por las mejores prótesis. Nada de esto es relevante a la hora de medir las consecuencias del impacto en la subjetividad de este acto. Lo importante en el campo de la subjetividad femenina son las consecuencias que tiene sacarse órganos esenciales de la arquitectura de una mujer, en su dimensión sexual, sensual y maternal. Consecuencias que impactan también en la pareja que ella elige; si no preguntémosle a Andrés Calamaro quien frente a la mujer de sus deseos se adjudica el lugar del “comandante de tu parte de adelante” ¿Alguien le  preguntó a Angelina qué lugar tuvo su hombre en esta decisión?

No creemos que esta extirpación sea la única respuesta atinada a la hora de hablar de prevención, lo que sí sugerimos es que se trata de eliminar de la peor manera un enigma, algo que puede o no ocurrir; y que  exigiría un trabajo cuidadoso y riguroso de control. Desde esta óptica, con la ablación,  lo que se extrae  a través de estos preciados órganos es un problema de difícil solución. 
Agreguemos un aporte suplementario a la discusión: Angelina se presentó frente a un enigma, un vacío, algo que no tenía respuestas: tener o no cáncer.  Porque no hay ninguna comprobación certera de que eso se concrete. Como el vacío y el enigma es lo específicamente femenino,  Una mujer se luce como mujer, se embellece como mujer cuando evidencia un saber hacer con ese vacío que la habita, con lo enigmático  e ilimitado que la conforma. Para esto se requiere tolerar de buen modo la ausencia de simbolización que este saber hacer implica: la falta de referente claro, la respuesta unívoca, la precisión en algunas circunstancias.
En Caras del goce femenino[2] propongo que el encuentro con lo ilimitado o el goce femenino se realiza desde que la mujer es una niña. Pero no siempre se sabe bien qué hacer con eso. Así como el saber hacer hace bella a Una mujer, el no saber la mortifica llegando a extremos locos. Por eso existen múltiples respuestas defensivas: aquellas que implican abandonarse a lo ilimitado y entregarse locamente a los excesos, como aquellas otras también excesivas que implican el rechazo absoluto frente a lo que se nos presenta como enigmático. El resultado en estos casos es la mortificación a la que se exponen, de diferentes maneras, muchas mujeres que la fama ha sabido  elevar.  No hay recetas, no existe una única respuesta, el mejor secreto es tal vez escuchar al propio cuerpo, sentirlo, consentirlo e inventar allí donde habita la nada misma el propio estilo de ser mujer. 




[1]  Sergio Zabalza, “La muy discutible decisión de Angelina”, en http://www.clarin.com/tema/angelina_jolie.html

[2] Carolina Rovere, Caras del goce femenino, Buenos Aires, Letra Viva, 1° Edición 2011.

lunes, 15 de abril de 2013

LAS BUENAS MOZAS: ¿SE ECHAN A PERDER?


Carolina Rovere Sergio Zabalza


Cuando éramos niños solíamos cantar una canción que decía: “yo no soy buena moza, ni lo quiero ser, porque las buenas mozas se echan a perder”. Repetíamos como loros ese estribillo tal vez sin saber bien lo que se decía. Pero la letra dice mucho.
En primer lugar hay una afirmación como punto de partida, yo no soy buena moza. Luego, ni lo quiero ser, y a renglón siguiente el argumento: las buenas mozas se echan a perder. ¿Qué querrá decir con echarse a perder? ¿Se refiere a la vejez? No creemos eso, porque si todo el mundo envejece, entonces no sería una propiedad exclusiva de las lindas.
Más bien se refiere a algo intrínseco a la belleza genética en las mujeres. Pero avancemos un poco más. Echarse a perder es abandonarse al goce de la mortificación superyoica, que transforma a cualquier mujer en mortí-fiera efecto de un no saber hacer con el goce femenino.
El encuentro con el goce femenino se produce desde la niñez, pero la niña no sabe aún qué hacer con eso, entonces la primera respuesta y que puede durar toda una vida, es la defensa. Hay muchas maneras de defenderse, por ejemplo una muy común es justamente negando la belleza: “yo no soy buena moza” “lo quiero ser, pero no puedo” “no lo quiero ser porque se sufre”; creo que los analistas solemos escuchar en muchas ocasiones a mujeres preciosas que dicen verse feas, o al menos en algunos momentos de sus vidas.
Ya nos enseñó Freud que la asunción de la feminidad es un largo recorrido, que llevará más o menos tiempo, de hecho algunas no llegan al puerto femenino porque quedan varadas en el trayecto que va de la histeria a la feminidad. Como sabemos la histeria es el punto necesario de partida, clínica que se estructura bajo la pregunta por el goce femenino, bajo las formas: ¿Cómo goza una mujer? ¿Qué es ser una mujer? ¿Qué quiere una mujer?

Foto Sacerdotessa Esra

Las buenas mozas No-todas

No todas las buenas mozas se echan a perder. Desde esta perspectiva, nos interesa el tránsito que va de la indeterminación a lo indecidible. Si la primera menta la posición propia de la lógica fálica que ampara a la histeria, la segunda en cambio suelta -se despega-  del imperativo de ser una u otra cosa. La indeterminación estaría alimentada, entonces, por la exigencia superyoica de definir el ser. En cambio, consentir a lo indecidible supondría no hacerse cargo de tal mandato: en no otra cosa consiste el acceso a  la belleza femenina.
Según el sentido común, que tan bien ilustra la canción: Todas las buenas mozas se echan a perder. Bien, la experiencia clínica demuestra que este universal se conforma a partir de la excepción, esa al menos una que no se echaría a perder: la Otra que toda mujer envidia y admira a la vez.
Acceder al No Toda mujer supone un paso dual: en principio negar la existencia de ese límite neurótico: no es cierto que haya al menos una que no se echaría a perder, y un segundo que consiste en cuestionar, en parte, el Universal: No todas las buenas mozas se echan a peder. de forma tal de hacer lugar a lo excepcional en cada mujer



Ética y belleza

Una mujer es bella entonces cuando ha podido asumirse femenina, es decir cuando logra encarnar ese lugar entre conformado por un vacío y una presencia. Vacío que se llama goce ilimitado, presencia que es el goce fálico o límite. En ese territorio habita Una mujer que, respecto a los goces, es indecidible. Creemos importante subrayar lo indecidible, porque nos indica que no hay ni habrá decisión.
De lo contrario, si una mujer decide por el goce fálico, aparece rígida, estructurada, masculina; si en cambio decidiera por el goce femenino que es ilimitado, el sin límite la conduce directamente a la muerte, por eso se torna mortí-fiera.
El entre como el exquisito lugar que puede habitar Una mujer es la articulación continua y permanente entre ambos goces, poder soltarse y frenarse, un entre-abrirse continuo porque cada situación la convoca a un hacer distinto: en algunas situaciones es más fácil soltarse, en otras no tanto.
Desde esta perspectiva, la belleza alcanza un valor ético: un saber hacer que articula el limite a lo ilimitado. No se da de una vez , es una práctica constante que ensambla la soltura con el movimiento, pero lo que armoniza es el límite. Saber abrirse de piernas en la danza es una práctica permanente, y todos los escenarios no son iguales por eso es cada vez. Este es el secreto a descubrir y experimentar en cada Una. La belleza en Una mujer es su saber hacer singular, ni más ni menos.


miércoles, 20 de febrero de 2013

La palabra que falta es Una mujer



 Extracto del capítulo “El goce de los cuerpos”








Carolina Rovere- Sergio Zabalza



El secreto del objeto erótico


Es como si el contorno de la ropa sobre el cuerpo marcara el borde en que el fetiche no satura al objeto de deseo. En El placer del texto, Roland Barthes observa: “¿El lugar más erótico de un cuerpo no es acaso allí donde la vestimenta se abre? (…) es la intermitencia, como bien lo ha dicho el psicoanálisis, la que es erótica: la de la piel que centellea entre dos piezas (el pantalón y el pulóver), entre dos bordes (la camisa entreabierta, el guante y la manga); es ese centelleo el que seduce, o mejor: la puesta en escena de una aparición – desaparición”.[1]
Bien, ese intervalo en que el objeto insinúa la desnudez, prueba la tesis freudiana según la cual, la pulsión no se satisface con el objeto sino en su recorrido. Entonces, el secreto de la atracción no reside tanto en lo que el objeto nos brinda como en aquello que nos quita: esa falta que la belleza vela tras el goce estético. Cuando un hombre ve a una mujer sacarse la ropa, con las pausas, los gestos y el movimiento de seducción que la puesta en escena del striptease muestra tan bien, asiste a una de las situaciones en donde el erotismo se eleva a la máxima expresión, no así cuando una mujer se presenta bruscamente desnuda. Un ejemplo de esto puede verse en la película Babel cuando la japonesa se presenta desnuda frente al policía. Lo que vemos allí es un cuerpo deslibidinizado, deserotizado, un cuerpo que pide auxilio desde el lugar del desvalimiento (nebenmensch), muy lejos del erotismo.


Milagro del amor

Así, el objeto porta algo que nos constituye por el vacío que cava en nuestro ser, la clave singular que desnuda nuestra más recóndita intimidad. Esto es lo que Lacan llamó objeto a: el resultado y la causa de un desencuentro. De nuevo: ¿Cuál es el trabajo psíquico que habilita un destino de enamoramiento -o sus metáforas- antes que el impulso violento o invasivo?
Jacques Alain Miller observa que llamamos amor a aquello que no pertenece al registro del tener, si no al del ser. Dice: “el amor real es el que busca en el Otro lo que él es como objeto a”. Y agrega: “El milagro del acontecimiento –amor es que ese real del Otro, en lugar de suscitar asco, horror, u odio, suscita amor”[2]
En todo caso, se trata de estar dispuesto a esa oportuna contingencia que le permite, a ella: prestarse a la cosa, de tal forma que él: pueda ir más allá de la Cosa. Y viceversa.


El cuerpo del Otro

 ¿Porque es necesario el cuerpo del Otro? Son  los detalles del cuerpo del otro los que nos  “a”traen  y  como dice Lacan en El seminario Encore, el goce es en corp, haciendo uso de la homofonía. Se goza con el cuerpo y el encuentro entre dos que se aman es un encuentro corporal.
Si hacer el amor es pura palabra estamos en el terreno del amor cortés, de la sobre estimación del objeto de amor que llega al estatuto de intocable. Si hacer el amor es solo cuerpo caemos en una escena descarnada  de encuentro puro sexual. Ni una cosa, ni la otra. Hacer el amor requiere de palabras y necesita del cuerpo del Otro, de esa presencia adorable e investida libidinalmente, exquisita en detalles que el amante reconoce y admira, y por sobre todas las cosas, se presume  insustituible. Es fundamental que se sienta así: insustituible si consideramos al amor como un encuentro contingente. Porque si nos diera lo mismo cualquier cosa, no sería encuentro y menos contingencia. El alguno de la contingencia adquiere un valor fundamental. Ese alguno que es efecto de ninguno (lo imposible), importa y mucho. 




[1] Roland Barthes, El placer del texto y lección inaugural, México, Siglo XXI, 1996, página 19.
[2] Jacques Alain Miller, Los Usos del Lapso, Buenos Aires, Paidós, 2004, página 123